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Florecillas de Don Bosco 

Don Bosco soñó que había  visto a un personaje misterioso, el cual le había revelado el estado de conciencia de sus  400 jóvenes,  ape­ nas salidos de los  ejercicios espirituales, y anticipado 50  años exactos de historia  de su congregación.



 

Don Bosco se sentía  colmado de la alegría  por  los frutos que se prometía de una  intervención tan  directa del cielo;  pero  encontró también el modo  de amargarse por  el resultado de los ejercicios espirituales, los cuales  no habían logrado, a pesar  de haber puesto él todo el interés,  arreglar todas  las  conciencias y vencer  todo  el mal que anidaba también entre las  paredes del  Oratorio. Sobre 400 jóvenes, al menos  14 no habían respondido a la llamada de la gracia y se estancaban todavía  en el « cenagal»  del pecado, a pesar de que había brillado  el reclamo de tanto sol.



A Don Bosco esto le hacía  más  mal  que  un golpe  en la nuca,  y no bastaba tanta  predilección del Cielo para  hacerle recobrarse. Se puso en seguida al trabajo para  el desquite, pero  tendría que esperar hasta finales  de febrero del año  siguiente para  vencer  a todos aquellos obstinados.

 

Fue en aquella  ocasión cuando el personaje misterioso le aconsejó que no hablara nunca en público  sin  decir  una  palabra sobre la confesión  y Don Bosco se rindió fácilmente, por  haber  constata­ do personalmente  que  «es mayor  el número de los que se condenan confesándose  que el de los que se condenan por no confesarse, porque los más  malos  alguna  vez se confiesan, pero  muchísimos no se confiesan bien » .

UNA PALABRA SOBRE LA CONFESIÓN

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